Los esfuerzos tendientes a disminuir el número de fallecidos por accidentes de tránsito están puestos en entregar educación vial a niños y niñas del país. El objetivo es generar un cambio cultural que promueva el real compromiso de ir al volante y ser también un buen peatón.
“Algo no se está haciendo bien en Chile. Un parque de cinco millones de vehículos registran casi dos mil personas fallecidas al año en accidentes de tránsito. En España, con treinta millones de autos en circulación se alcanza un número similar”. Las palabras pronunciadas por Luis Montoro, catedrático de seguridad vial de la Universidad de Valencia y presidente de la Fundación Española para la Seguridad Vial (FESVIAL) en su visita a nuestro país hace casi un año, resuenan fuerte.
El análisis venía desde afuera, pero el diagnóstico no dejaba lugar a dudas: no se podía seguir trabajando en autos y autopistas inteligentes si no existían conductores ni usuarios capaces de resolver problemas y dificultades.
Las cifras sólo sirven para apoyar estas afirmaciones. Según Conaset y Carabineros, anualmente mueren en Chile cerca de dos mil personas debido a accidentes de tránsito, un escenario alarmante y doloroso. Y esas estadísticas no solo dan cuenta de automovilistas y pasajeros fallecidos, sino también de peatones por cuya imprudencia se generan accidentes: el 36% de los fallecidos en accidentes son peatones y casi 24% de ellos fue víctima de su propia imprudencia.
Según cifras de Conaset y Carabineros, anualmente no solo para quienes pierden a un ser querido, sino que para un país que ha invertido en infraestructura vial, con el objetivo de tener rutas modernas y expeditas, a la altura de una nación en vías de desarrollo.
Esta es una realidad que afecta transversalmente a varios sectores. El Ministerio de Transporte ha desarrollado diversas medidas en este sentido y se han modificado varias artículos de la Ley de Tránsito -como la disminución de 60 a 50 km/h en zonas urbanas, la Ley de Convivencia de Modos y la promoción del proyecto CATI (Centro Automatizado de Tratamiento de Infracciones) que se encuentra en proceso de estudio.
Pero las consecionarias también tienen algo que decir sobre este tema. Lo primero, sin duda, es la tremenda deuda que tiene el país con la construcción de soluciones viales urbanas. No por nada cada año ingresan al parque automotriz 400 mil nuevos vehículos y desde 2006 sólo se han construído 39 kilómetros de autopistas urbanas. Es decir, la infraestructura no está a la altura.
Más cultura, más vida
Frente a esta realidad, VíasChile -líder en gestión de autopistas- ha concentrado su labor en lograr una operación eficiente de las rutas a su cargo y en colaborar activamente en campañas que incrementen la conciencia sobre la seguridad y la conducción responsable.
“Existe un déficit cultural que es urgente abordar. En carreteras interurbanas podemos identificar costumbres muy arraigadas que solo pueden mejorarse mediante un proceso combinado de educación y fiscalización permanente: el exceso de velocidad, no respetar las distancias mínimas y últimamente la proliferación de la peligrosa conducta de transitar por las bermas en caso de congestión”, explica Luis Miguel de Pablo, Director General de VíasChile.
A este tipo de infracciones, se suman los atropellos de peatones, que en un 50% ocurren por cruzar autopistas en zonas no autorizadas, y la conducta más irresponsable y letal de todas: conducir bajo la influencia del alcohol o las drogas.
Todo esto ha motivado el desarrollo de un trabajo conjunto con la autoridad que incluye iniciativas de educación a nivel escolar, sobre todo, en comunas aledañas a las autopistas. “Desde hace años trabajamos el programa Escuela del Camino, una iniciativa de educación vial y de tránsito para niños y niñas. En esa tarea nos han acompañado especialistas en educación infantil quienes han diseñado actividades didácticas y de fácil comprensión. Nuestra apuesta es que los menores sean influenciadores positivos de sus padres en esta materia”, señala de Pablo.