Las últimas lluvias que cayeron en la zona central han vuelto a poner en discusión la necesidad de desarrollar infraestructuras públicas resilientes; es decir, que sean capaces de hacer frente a fenómenos climáticos más extremos y, si se dañan, repararse en el menor tiempo posible. El Banco Mundial dice que por cada dólar invertido en esta área hay un retorno de US$ 4. ¿Cómo estamos en el país en esta materia?
Las escenas no son nuevas, sin embargo, cada cierto tiempo las olvidamos hasta que un episodio inusual de lluvia, viento o nieve las reviven: puentes cortados. caminos intransitables por la acumulación de agua, construcciones inundadas, anuncios de posibles conos de agua. interrupción de la energía eléctrica por varias horas.
Todas son consecuencia de infraestructuras que no están del todo preparadas para enfrentar los fenómenos naturales un problema que afecta no solo el ritmo de vida de las personas y del país, sino que además es el reflejo de construcciones que, en un mediano plazo, serán ineficientes ante las consecuencias del cambio climático.
En este ultimo frente de lluvias, por ejemplo, lugares como el Cajón del Maipo, la zona del río Maule y algunos puntos de la ruta 5 Sur. Fueron los más afectados.
Para Hernán de Solminihac, ex Ministro de Obras Públicas, presidente del Colegio de Ingenieros y profesor titular de la Escuela de Ingeniería de la UC, es difícil hacer un diagnóstico general sobre el estado de las infraestructuras públicas en el paf. "Uno puede ver que en unos lugares funcionó relativamente bien, no habiendo dañes muy significativos en algunas zonas, pero en otras si Entonces el análisis es bastante más complejo de hacer", dice. Además, depende de mucho más factores más allá de la construcción misma, (por ejemplo, los problemas en el río Mapocho derivados de la acumulación de basura y escombros).
Sin embargo, pone sobre la mesa la necesidad de hablar de un concepto muy en boga en el mundo de la planificación urbana en los últimos años: cómo desarrollar infraestructuras más resilientes, es decir, que no solo estén bien preparadas para resistir mejor tos eventos de la naturaleza en general, sino que también sus daños puedan ser reparados rápidamente.
"Este evento reveló que debemos adaptar las infraestructuras de caminos, puentes y protecciones ribereñas que protejan a la población de inundaciones, crecidas y aluviones. Repensar las infraestructuras de forma resiliente no sólo nos permite adaptarnos a los efectos del cambio climático: es una decisión inteligente para mitigar las impactos económicos y sociales que provocan los desastres naturales". agrega Diego Pini, director de Infraestructuras de ACCIONA para el Cono Sur.
Por eso, es fundamental que todas las futuras estructuras consideren la resiliencia como un factor crucial. Como dice Pini, hoy donde es más urgente realizar una inversión es en aquellas que
sufren los embates de la lluvia una realidad que seguirá repitiéndose en los próximos meses y años, ya que es una de las primeras consecuencias -y más evidentes- del cambio climático.
"Durante las últimas lluvias hubo alrededor de veinte puentes con daño estructural", contabiliza Pablo Parra, PhD y académico de la Facultad de Ingeniería y Ciencias de la Universidad Molía Ibáñez (UAI).
La cifra, dice, pone de manifiesto la necesidad siena de reevaluar los requerimientos de diseño de infraestructura vial a futuro, considerando estos nuevos caudales en río. "Es de suma importancia reevaluar el estado actual de la infraestructura, y mejorar su resiliencia para hacer frente a estos nuevos riesgos".
En el otro extremo, un problema al que Chile debe hacer frente como consecuencia del cambio climático es la sequía. En ese contexto, el país está dando pasos para adaptarse.
"Creo que somos cada vez más conscientes de los riesgos climáticos a los que nos enfrentamos. lo que es el primer paso", dice Diego Pini, de ACCIONA. "Luego, el proceso de adaptación podríamos hacerlo mucho más rápido Por ejemplo. frente a la escasez hídrica la desalación ha probada ser una alternativa costo eficiente para asegurar el abastecimiento de agua para consumo humano. agrícola e industrial, y si bien hemos avanzado en esa materia, Chile necesita incorporar esta tecnología en una política de país de largo plazo, de manera que podamos llegar con soluciones de abastecimiento de manera planificada y oportuna".
En la actualidad, enumera Pini, del total de las desaladoras gen están operativas en Chile cerca del 25% destina su producción de agua al consumo humano, mientras que el 75% restante es para actividades industriales, principalmente mineras, "por lo que tenemos muchísimo que avanzar en este ámbito".
MÁS RESILIENCIA = MAYOR BENEFICIO ECONÓMICO
Según cifras del Banco Mundial, las consecuencias de las fallas en las infraestructuras de servicios y las interrupciones de los suministros (tanto por inundaciones como por sequías) significan para la economía mundial una pérdida de cientos de miles de millones de dólares cada año.
Estas son solo las consecuencias monetarias además, hay que sumarles el notable deterioro de la calidad de vida de los habitantes de las áreas afectadas, y loa problemas de acceso a la salud, educación, fuentes de trabajo y abastecimiento.
Invertir en infraestructuras resilientes, entonces, debiera ser tata de las prioridades fundamentales de los Estados. Según el organismo internacional, con tan solo un 3% de aumento en la inversión se logra un retorno muy alto, Si en todo el mundo se invirtieran 4,2 billones de dólares, por cada US$ 1 se recibiría un beneficio de US$4.
Diego Pini, de ACCIONA, pone un ejemplo local y cercano de los beneficios de una infraestructura resiliente los estanques de almacenamiento de agua en Santiago que permitieron que, pese a la advertencia de corte, no fuera necesario interrumpir el suministro.
"Frente a la extrema de turbiedad del do Maipo y Mapocho, sin duda, la infraestructura hídrica funcionó de manera resiliente para asegurar el consumo de agua potable en la Región Metropolitana y eso fue posible porque se ha invertido de manera planificada y preventiva en estanques de almacenamiento agua que le dé a la ciudad importantes horas de autonomía".
Considerando que las grandes construcciones están hechas con una perspectiva de largo plazo -para ser utilizadas por 50, 100 años-, esperar un cambio inmediato es poco viable. Sin embargo, la resiliencia puede comentar a practicarse a partir de otras medidas, dice De Solminihac.
"Otra forma de mejorar la resiliencia de la Infraestructura pública es tener redundancia, que la gente tenga alternativas para moverse. Cuando se daña, por ejemplo, un camino, es necesario que las personas tengan la posibilidad de moverse por otra vía que no tenga daño y, par lo tamo, la población no se vea afectada tan significativamente", explica el ex ministro.
LA REALIDAD CHILENA
En el país, varios escocesa asociados al desarrollo de la construcción ya están trabajando en infraestructura con elementos resilientes acordes con la realidad nacional.
"En los últimos años se ha dedicado mucha atención a evaluar el desempeño y resiliencia de estructuras individuales ante desastres rurales, tales como puentes, carreteras, edificios y subestaciones eléctricas. Sin embargo, la funcionalidad de las instalaciones individuales depende típicamente de la funcionalidad de otros sistemas e instalaciones con los que están interconectados. Como resultado, ahora se está dando mayor énfasis al estudio de redes interconectadas a nivel más macro, incorporando no tan solo criterios económicos sino también sociales", dice el profesor de la UAI Pablo Parra.
La misma Universidad Católica, agrega Hernán de Solminihac, ya ha hecho esfuerzos, junto con otras universidades, para poder tener herramientas que permitan cuantificar el efecto del cambio climático y ver cómo diseñar infraestructuras que soporten mejor los embates de la naturaleza. "Hemos avanzado bastante en la etapa de tener herramientas. Sin embargo, nos faltan datos probablemente para poder tener mayor precisión en algunos elementos".
En donde falta avanzar a nivel país es en ajustar la metodología de evaluación social de las infraestructuras públicas, es decir, aquellas consideraciones que se tienen a la hora de asignar recursos a las construcciones, y que ponen en la balanza los costos económicos versus el retorno en términos de beneficio social.
A juicio del presidente del Colegio de Ingenieros, los instrumentos que hoy se utilizan miden adecuadamente los costos, pero no los beneficios de las inversiones por costos, no hay referencia sobre el mal impacto que pueden tener en las comunidades: "Si no hacemos ese cambio, va a ser difícil poder materializar una buena infraestructura resiliente para el futuro", dice.
¿Es más caro invertir en infraestructuras resilientes? "Cuando se incorpora a las infraestructuras el concepto de resiliencia desde su etapa de diseño el costo es marginal versus el beneficio serial y económico que se genero para evitar su colapso en situaciones climatológicas colmenas", responde Diego Pini. "La planificación central es clave para definir, por ejemplo, mediante estudios de prefactibilidad técnica cuáles son las estructuras clave y los lugares en donde se deben instalar para que funcionen de manera resiliente frente a inundaciones o aluviones".
Fuente: La Tercera