Para el expresidente, 'eso se debió a que se construyó una coalición que fue capaz de darle estabilidad al país, gobierno, conducción política'. Además, agrega que 'la épica de los acuerdos, que se denostó tanto hace poco, no era tan mala'.
'Ahora todos reconocen que nuestros años fueron buenos. Y la verdad es que lo fueron'.
Con esa frase, que parece haber tenido guardada, reservada, desde hace tiempo, comenzó el expresidente Frei su charla en el Ciclo Seminarios Presidenciales: Chile 2050, organizado por Clapes UC.
Como es su costumbre, es prudente, muy prudente, a la hora de hablar de contingencia. 'No es el momento', repite varias veces en esta entrevista. Prefiere hablar de los logros de su gobierno, o de los desafíos en materias de obras públicas —es presidente del Consejo Políticas de Infraestructura (CPI)—. O de Asia, continente al que estará viajando en agosto y octubre, para sostener reuniones en Japón, Indonesia y China.
Sin embargo, se le nota preocupado. Durante su exposición, frases como 'por Dios que estamos peleados', 'Dios nos pille confesados' o 'qué terrible lo que estamos viviendo' salen de su boca, casi inconscientemente, entre una idea y otra.
Sobre todo, a la hora de hablar del momento institucional del país.
—¿Cuál es su inquietud? ¿Qué pasa institucionalmente en Chile?
—Creo que para tener una buena democracia tienen que funcionar las instituciones. Y hoy no tenemos eso, pues en todas las encuestas aparecen los políticos, los partidos, el Congreso, con un desprestigio impresionante. Que quienes legislan y quienes representan las corrientes de opinión estén en los últimos lugares de popularidad nos tiene que preocupar. En la política, algo no estamos haciendo bien. Y eso repercute en el resto de las actividades de la sociedad.
—¿Y cómo se arregla eso?
—No se arregla con una receta, ni de un día para otro. Hay mucho por analizar. Pero revalorizar el servicio público es clave. Además, hay que definir cómo se van a reconstituir los partidos, cuál es la manera para que estos funcionen mejor. Seguramente, esto va a quedar reflejado en la Constitución, pues la institucionalidad de los partidos y de lo público es fundamental. Si los ciudadanos perciben que el servicio público no da confianza, se genera rechazo y eso se presta a que las políticas públicas sean más difíciles de lograr. Los partidos son fundamentales, el Congreso es clave. Debemos hacer un esfuerzo para legitimar la política y para que tenga un contacto fluido con la ciudadanía. La épica de los acuerdos, que se denostó tanto hace poco, no era tan mala. Y por Dios que la necesitamos ahora.
—A propósito de lo anterior. Usted fue muy crítico del proceso constitucional pasado, ¿qué piensa de este?
—No puedo hablar aún de eso, pues aún debo participar, estoy invitado. Actualmente, en el Consejo están en un momento de definiciones. Una vez que termine el proceso me manifestaré. Es una noticia en desarrollo. Por ahora, entregaré documentos y propuestas, tal como lo hice la vez pasada.
—¿Cómo afecta en el ambiente la conmemoración de los 50 años? Usted dijo que no hay que seguir discutiendo al respecto.
—Reitero que no hay que seguir discutiendo sobre los 50 años, pues pasarán 100 años, 200 años y no va a haber una verdad oficial. No diré más sobre eso. Estamos preparando cosas.
'Hay que evitar los errores del pasado'
—En su exposición comparó la tesis del libro de Aníbal Pinto, 'Chile, un caso de desarrollo frustrado', con lo que se vive actualmente. ¿Cree que está pasando lo mismo que en esos años?
—Ese libro, que es de la década de los 50, dice que el país perdió una oportunidad de desarrollarse. Y explica los factores por los que pasó. Pinto decía que había problemas internos, de convivencia, que no daban la opción de que Chile fuera desarrollado. Es algo que también está pasando ahora y hay que analizarlo. Para mí, es un referente importante. Hay que ver las cosas buenas y no cometer los errores del pasado.
'En ese libro, además, él hablaba de los casos exitosos de América Latina, como Venezuela y Argentina. Pero hoy vemos que los países que eran los primeros, ya no lo son. Venezuela es una dictadura brutal y Argentina está hundida en deudas. Es bueno leer ese panorama para que no nos pase lo mismo. Hay que tener un desarrollo a través de buenas políticas y respetando la institucionalidad'.
—Dentro de ese desarrollo, ¿dónde queda la seguridad, que es la principal preocupación de los chilenos hoy?
—El tema de la seguridad es central. En América Latina no tenemos ningún acuerdo importante de integración que permita enfrentar el tema en forma conjunta. Todos los intentos de integración han sido fallidos. No hay ninguno que haya sido positivo para el desarrollo de los países.
'Por ejemplo, hoy tenemos el tema de la migración, y aun así no hay una política general en los países. No estábamos acostumbrados a esto. Imagínese que cuando terminé mi gobierno, el subsecretario del Interior, Belisario Velasco, estaba muy preocupado porque teníamos ‘un problema' de inmigrantes desde Perú. Eran 15 mil personas, ¡15 mil! Y se resolvió de inmediato. Hoy hablamos de millones'.
—¿Es directamente proporcional con la situación de seguridad?
—Todos sabemos que la mayoría de los actos ilegales los hacen extranjeros. Y en eso, falta una política clara. El problema de seguridad ha pasado a ser prioridad para toda la opinión pública y hay que enfrentarlo, porque si no, si llegamos a tener una evaluación más negativa en seguridad interior, ahí tendremos déficit de inversión y turismo.
Inversión: 'Debemos dar las máximas facilidades'
'Es evidente que, en comparación con lo que me tocó vivir a mí, el país vive una situación más difícil que en esos años', dice el expresidente, al evaluar la inversión en proyectos de infraestructura, algo que, hoy por hoy, le quita el sueño.
'Como CPI definimos unos 14 proyectos prioritarios que le presentamos al Gobierno, que incluyen desarrollo ferroviario, aumento de licitaciones de plantas desaladoras, construcción de embalses, de fibra óptica con Asia, impulso para nuevos proyectos en litio, hidrógeno verde y fomento a una mayor inversión privada'.
—¿Hay un déficit en infraestructura?
—Creo que sí. Y hay que hacer un esfuerzo mayor para darles agilidad a esos proyectos. Si no los hace el sector privado, nadie los hará. Están las facilidades, hay inversionistas disponibles de todas partes del mundo. Por eso es fundamental que demos las máximas facilidades en nuestra legislación.
—¿El problema es la permisología, como ha planteado?
—Eso se puede corregir a través de modificaciones a los reglamentos, a los sistemas para establecer plazos menores para la realización de las distintas inversiones. Pero es evidente que hoy las cifras del sector construcción y vivienda han bajado. Es la cifra más baja en un primer semestre, desde el 91. Y eso hay que corregirlo.
—¿Falta certeza jurídica para la inversión?
—No he dicho eso. Son cosas distintas. Lo que pasa es que los procedimientos en Chile tardan mucho tiempo. Eso genera mayor costo y un desincentivo a los empresarios o las inversiones privadas, en los distintos sectores de la economía.
'Creo que Chile tiene certeza jurídica, algo que es respetado internacionalmente. Sus calificaciones internacionales no han variado. Lo hemos visto en discusiones como en el marco del Programa Visa Waiver. Que estemos ahí demuestra que Chile aún es un país respetado internacionalmente. Lo que pasa es que nos gustaría que hubiese más inversión, sobre todo ahora, que estamos con crecimiento bajo. Es fundamental'.
—¿Afectará el pacto fiscal al área?
—Por eso le entregamos una propuesta al ministro Marcel para instaurar una coordinación permanente para todo lo que sea inversión en infraestructura. Y eso cubre todos los proyectos. Pero hay que empezar con algo. Cuando se defina el pacto fiscal, hay que preguntarse ¿cuáles serán las platas? ¿adónde van a ir?
—En su exposición fue muy crítico sobre el desarrollo portuario...
—Nosotros hicimos una ley en mi gobierno. Gracias a eso se constituyeron 10 empresas portuarias, que siguen hasta hoy. Pero es una política de 25 años. Hay que renovarla mirando hacia el mundo. Nos estamos retrasando frente a otras experiencias internacionales. Y eso es peligroso para el crecimiento y desarrollo del sector exportador, que representa el 75% del PIB de Chile. Hay que hacer que la institucionalidad portuaria y la infraestructura sean lo más adecuadas posible.
—¿Generó mucha incertidumbre la demora en la firma del TPP que usted defendió?
—Fue muy importante que esa discusión llegara a su fin. El TPP tiene gran influencia. Ese tipo de acuerdos, a los cuales pertenecemos, de los que hemos sido fundadores, es parte de la visión de largo plazo que necesitamos. No hay que perder de vista que somos un país de 20 millones y necesitamos esos mecanismos.
'En mi gobierno se aplicó la tesis del regionalismo abierto. Apoyamos todas las instancias que fueran beneficiosas para Chile. No nos podemos cerrar a ningún mercado. Por ejemplo, hay que tener relaciones más estrechas con la India'.
'Se necesitan coaliciones de mayoría'
—Dijo en Clapes que 'ahora todos reconocen que nuestros años fueron buenos'… ¿Y está fuera de duda?
—Si uno hace un análisis de la historia política, económica y social, concluye que no hay ninguna época en la historia de Chile que pueda competir con los 30 años en que la Concertación fue el eje político y de definición de políticas de Estado. Eso se debió a que se construyó una coalición política que fue capaz de darle estabilidad al país, gobierno, conducción política, acuerdos. Eso es reconocido por todo el mundo. Lo bueno es que ahora acá también se reconoce. Eso es positivo.
'Hoy hay que sacar lecciones de lo que hicimos. Y corregir las cosas que no están tan bien. Hay que proyectarse al futuro. Pero, a la vez, hay que decir que no hay otra época en la historia más exitosa'.
—¿Cuál fue el gran mérito de la Concertación?
—Para gobernar se necesitan coaliciones de mayoría, coaliciones políticas responsables que puedan trabajar no solo en un gobierno, sino que en un período más largo, creando políticas de Estado. Y ojalá hubiera muchas más, para mirar al largo plazo. Seguimos luchando por esta idea.
—Además del tema institucional e infraestructural, ¿qué cree que no está bien?
—Esto se trata de que el país avance en su conjunto, no por partes. Hay que poner el foco en las regiones. Trabajar para que haya menos desigualdad y más oportunidades en educación. Por ejemplo, necesitamos mandar a muchos más estudiantes de posgrado a Asia, donde se vive la era digital. Tenemos varios acuerdos en educación, pero Chile no los ha aprovechado bien. Necesitamos que haya una gran cantidad de jóvenes que estudien las nuevas tecnologías. Estamos en una época digital y no podemos estar ajenos.
Frei, dice, tiene razones para preocuparse. Pero aclara: 'Yo nunca dejo de ser optimista'.
Fuente: El Mercurio