A casi un año de que entre en funcionamiento el nuevo Hospital del Salvador, la discusión en torno a la inevitable demolición de parte de sus edificios de valor patrimonial versus la puesta al día de la infraestructura hospitalaria es amplia. En paralelo, el desarrollo del proyecto implicó negociaciones con los vecinos por el impacto que tendrá en el barrio.
Son 12 hectáreas, un lujo de espacio urbano que está en proceso de transformación por encargo del Servicio de Salud Metropolitano Oriente (SSMO) y vía concesiones del MOP, que va a cambiar no solo la fisonomía del Hospital del Salvador y el Instituto Nacional de Geriatría, en Providencia, sino que supone una mejora significativa en la atención médica de medio millón de personas del sector oriente de la capital y de muchas que llegan desde regiones. La construcción de este nuevo complejo asistencial que acogerá ambos inmuebles y estará listo el próximo año implicó, no obstante, la eliminación de históricos volúmenes de la zona norte del predio –con tipología constructiva tipo pabellón–, que ya no cumplían con las condiciones necesarias para atender pacientes, y en los próximos años se espera la misma situación con los de la zona sur, donde se sumarán dos modernos edificios para el Instituto de Neurocirugía y para el Instituto Nacional del Tórax. Si bien no están protegidos por ley, dan cuenta de la manera de diseñar infraestructura hospitalaria a fines del siglo XIX y comienzos del XX, cuando el fin era prevenir contagios. Las nuevas obras, por ende, significaron una pérdida de parte de ese patrimonio arquitectónico, generando un debate en torno a su desarrollo.
Lo que el proyecto, construido por la concesionaria GIA, mantiene es el área declarada Monumento Histórico –un 5% del antiguo hospital–, correspondiente al edificio frontis que comenzó a levantarse en 1872, con sus dos patios traseros y corredores más la capilla existente que, además de ser un lugar de oración, es punto de encuentro para orquestas y coros. 'Nos interesa preservar la historia, pero hay un patrimonio intangible que son las personas y que en este caso necesitaban una puesta al día del funcionamiento del hospital. El edificio debe evolucionar junto con la medicina', dice Rallén Adasme, arquitecta del Departamento de Proyectos de SSMO. Aun así, el diseño incluye la rehabilitación de dos antiguos pabellones del área norte que se dejaron como testigos de esta tipología y que acogerán un auditorio y programas de extensión. 'Hay un esfuerzo por mantener el Santa Ana y La Purísima, de fines del siglo XIX, porque son los más antiguos. No se podía más, porque por mucho que se hubiesen querido adaptar a las necesidades actuales, después del covid sobre todo, lo que se necesita son más habitaciones aisladas. Y además existía un grado de deterioro importante', sostiene Marco López, jefe de proyecto de la constructora.
Para Dino Bozzi, jefe del Magíster de Patrimonio Cultural UC, las ciudades deben ir actualizándose, y siempre se pierde algo al intervenir. 'El patrimonio no es patrimonio per se, sino cuando una comunidad reconoce ciertos valores. En este caso, la gente demandaba desde hacía años un buen hospital, y cuando comenzó a hablarse de la idea, unas dos décadas atrás, las voces en torno al patrimonio eran más tímidas, entonces no hubo una negociación oportuna acerca de los valores de los pabellones que se eliminaron. ¿Se podría haber hecho un proyecto distinto? Capaz que sí, quizás conservando más y ajustándolos a otros usos, pero hay que entender que un edificio hospitalario hoy es muy distinto a lo que se entendía en el pasado. Me parece que la gente va a estar feliz. Ahora, para los que estamos en patrimonio, estos son aprendizajes para próximas negociaciones e intervenciones'. El arquitecto Emilio de la Cerda, quien se relacionó con el proyecto mientras fue secretario ejecutivo del CMN, también sostiene que la valoración patrimonial llegó tarde, y es muy difícil insertar una obra prediseñada por el Minsal y con condiciones hospitalarias eficientes en un contexto protegido: 'Se cumplen los plazos, está dentro de lo que la ley contempla y el proyecto sigue avanzando, y ahí, entonces, hay que empezar a negociar, pero tarde, y no puedes hacer mucho, ya que hay inversiones tremendas, demandas de infraestructura. Finalmente, son intereses públicos cruzados entre patrimonio cultural y provisión de salud. Lo que me parece un sinsentido es declarar una sola parte del conjunto, es una jibarización del monumento total, ya que uno de sus atributos importantes es la configuración del sistema de pabellones y patios'.
Se pierden volúmenes históricos, pero por otra parte, al construirse un edificio más denso y en altura, se libera espacio público para la comunidad. Ximena Villegas, arquitecta de la Municipalidad de Providencia, cuenta que fueron 8 meses de trabajo con los vecinos para ir ajustando el proyecto, que sin duda provoca un cambio en el barrio; así se acordó que serían 4 pisos y no 5, que el SSMO recuperaría las instalaciones que deja el geriátrico al trasladarse al predio del Salvador y que las nuevas áreas verdes ayudarían al entorno con un edificio más permeable, gracias, además, a una calle peatonal amigable que cruza la manzana, junto con mejoras en veredas y un estacionamiento subterráneo con entradas y salidas estudiadas para no congestionar más la zona. Asimismo, cuenta que consiguieron mantener en pie un tercer patio, por tratarse de un área trasera de la edificación protegida.
–Los usuarios y trabajadores ocupan de manera masiva el sector, entonces era necesario que la infraestructura propuesta fuera un aporte al espacio urbano. Nosotros como municipalidad tenemos la idea de abordar el barrio de manera integral, porque el uso de salud está permeando toda la zona. Hay que pensar en medidas de gestión de tránsito, en arborización, iluminación, seguridad, en el uso de los inmuebles aledaños, etc.', indica Villegas.
Mientras en la zona sur siguen en funcionamiento antiguos pabellones y containers, ya se licitó el nuevo Instituto de Neurocirugía. 'Tenemos la idea de insertar aquí también un nuevo jardín infantil y una casa de acogida para los familiares de los pacientes que lo requieran. La manzana completa se proyecta a 15 años', señala Adasme.
Fuente: El Mercurio - Vivienda y Decoración